- Escribo, por fin, sobre una
carretera amplia y sólida. Mi lapicera ya casi no hace dibujos involuntarios
sobre el papel, como sí hubiera hecho si esto lo hubiera escrito ayer o antes
de ayer cuando la tensión de los brazos y los ojos o la tierra debajo del auto
no lo hubiera permitido.
Hoy es fácil
decirlo, mientras vamos hacia la costa del golfo, y por su lejanía puede sonar ridículo
pero hemos estado internados entre dos espesas selvas, la del cielo y la de la
tierra (ambas reales) hasta ahora. Tierra y cielo yucatecos, habitantes mayas. Las visiones, los dialogos, las situaciones, casi inenarrables...
Tengo que ponerme
a manejar.
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