Tulum, ayer, no fue gran cosa. La cantidad de gente no fue lo que estorbo
porque eran esencialmente mexicanos de domingo.
Los sitios del NOA
no tienen nada que envidiarle a Tulum: ahí está el verdadero sentimiento de
pertenencia (algo hemos heredado de esos sitios, nuestros).Quise guiarme por
los carteles indicadores y explicativos pero no pude. Son pésimos los textos (El
maya y la naturaleza, El maya y la subsistencia, El maya y su religión) y
la curaduría (??).
Después anduve más
de 15km en bicicleta buscando alguna playa desolada: salí desde las ruinas en dirección
a la reserva natural de Sien kan. Mi cuerpo obedecía, mi mente estaba en mis
dedos, aferrada al manubrio. Para encontrar algo de naturaleza y soledad tuve
que atravesar el caudal de gente cool y hoteles de relax lujoso (Hostel OM,
feels you like hOMe). Es maravilloso: siempre es necesario a travesar las manifestaciones
más densas del capital para llegar a lo que se prefiere.
Fue un día de no
pensar en escribir, las manos estaban ocupadas sosteniendo el manubrio
fuertemente y recorriendo los kilómetros de selva. Esa selva que cada vez se
apoderaba mas y mas de la carretera hasta eliminar el pavimento y generarle
gran huecos, como si buscara impedir el paso (los dueños privados de algunos
lotes han puesto un reja plástica verde para marcar su propiedad y tratar, inútilmente,
de engañar a la selva).
Lo que más recuerdo
fue lo más sorprendente. Ya cansado, cansadísimo a la vuelta y sin comer,
necesite una cerveza. Me metí en la playa de donde más gente se estaba yendo y pedí
una botella en una de sus bares.
Era tarde así que
estaban levantando todo. Un chico, obviamente hijo de los dueños del lugar,
jugaba con un muñeco y hacia ruidos con la boca, mientras sus padres levantaban
las mesas. Jugaba sobre la barra hasta que entonces el padre le dijo que
subiera las banquetas a la barra para guardarlas (esas banquetas eran tan altas
como él).
Intento con la
primera con dificultad, el padre lo miro y lo corrigio: la segunda fue mejor
aunque todavía torpe y con cierto esfuerzo. Después de eso pudo levantar
velozmente las 4 que quedaban y volvió a jugar con el muñeco que había
abandonado a un costado por un tiempo.
Ese chico había
aprendido con el cuerpo, ayudo a sus padres y siguió jugando. Creo que así se
debe criar a un hijo.
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