jueves, 2 de enero de 2014

2/01/2014

- Mi mayor problema es querer detener el tiempo.

- Ayer por la noche, mientras intentaba dormir (y mientras pensaba en la frase de acá arriba) ella se acerco, yo de espaldas la sentí, dos ruidos: el de mi lapicera que pateaba sobre la alfombra y el tintineo cadencioso de la piedra que le cuelga del cuello. Se acercó, sí. Y yo me quedé ahí.
Puso suavemente una mano sobre mi cabeza y me acarició con la misma intensidad y tibieza de mi cuerpo debajo de las sabanas. Dos, tres, cuatro y así... me di vuelta pero me pidió, por favor, que no, que no me despertara. Le agarre la mano, la puse sobre mi cara y se la besé. Entonces marcó con sus dedos los límites de mi gesto y se fue.
Aún con los ojos cerrados, respiré, respiré, y me subieron ganas de llorar.

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