martes, 4 de agosto de 2015
martes, 7 de julio de 2015
En vivo y en directo
A esta altura
ya no sé
dónde está el
mar y sus celestes
ni se dónde
estás vos
que no te
fuiste
No sé si
levantarme
despacio solo
con los brazos
y hacer sonar
los talones sobre la madera
como una tos
hueca adentro de esta casa
No sé si caminar
hasta la punta de la dársena
imaginar esto
solito
agarrado al
extremo de los dedos de los pies
y a la baba
que se adueña
de las rocas hasta inclinarme
Si no está
sucio, el mar
no se
revuelve
dijiste
y menos mal
que lo aclaraste acariciándome
como si
tuviera algo de esa espuma blanca en la cabeza
porque yo ya
estaba a punto de tirarme
te lo juro
para pedirle
explicaciones
limpiarme
y darte toda mi bellezamiércoles, 1 de julio de 2015
16/12/2015
- Hay cosas que cuando están frías pierden el sabor (casi escribo "saber")
- Tengo un montón de libros dedicados: casi ninguna de esas personas está muerta.
- Tengo un montón de libros dedicados: casi ninguna de esas personas está muerta.
lunes, 22 de junio de 2015
22/06/2015
Amar es como andar en bicicleta: cuando no se hace durante un tiempo, subirse a él nuevamente es comenzar de nuevo como si fuera la primera vez. Caídas, desequilibrios, moretones y el miedo al camino ahí cerquita.
martes, 16 de junio de 2015
El que ríe último
Primero fue
el silencio
el barro (el
barrio) saliendo como personas
o hijos
colgando de los largos paraguas arruinados
y los colores
que de a poco
ya no me
olvido
Mientras tanto
acá estoy
con mi
capucha
(que lamentablemente
es suficiente)
unos labios
manchados de gritos ajenos
y las puntas
de los bigotes hacia abajo
bien abajo
por el agua
Acá adentro,
casi adentro
de mi cara
entre las
orejas y el plástico
(el resto de
mi cuerpo no existe, no marcha todavía)
suenan lentos
chasquidos de otras gotas
como abajo de
una carpa gigante que cuida la intemperie de la intemperie
pic pic pic
Y entonces
las gotitas
chasqueando
en los oídos míos
paso por paso
¿y del resto?
Me pregunto
Sí, claro que
sí
ni el
recuerdo de los muertos es parecido
al del eco de
esta lluvia adentro de mi capucha
La paciencia
con que taladra
una paciencia
de asamblea
y de
enseñanza a contramarcha
es como esta
que camina
ahora
abriendo en dos los autos
Quizás en la
sepultura de los 43
donde sea que
estén bajo la tierra
la lluvia se
escucha igual
asordinada
como los
pasos
Pero no lo
creemos y continuamos marchando
porque es
esto lo que reclaman: sus propios rostros
una seriedad
de desaparecido
una seriedad convencida
ante sonrisas electorales
un cuerpo
pesado y acompasado ante la liquidez de los otros cuerpos
los que viven
nomás para bailar
y festejar
que no están muertos
o que han matado que es lo
mismo
Es mantener
la seriedad imperturbable el objetivo
como en un
juego de chicos
de esos que
faltan, de esos que vienen
Porque el que
ríe último ríe mejor
es que no hay
otra
el que ríe último
ríe mejor porque ríe ante la muerte
y caminamos
¡Qué hermosa
necedad la de creer en la vida!
miércoles, 3 de junio de 2015
Insatisfaction - Luciana Rondolini (Revista Arte al Límite - Marzo de 2015)
A esta altura de la vida todos
hemos perdido a alguien. Nos ha atravesado la muerte, el desamparo, el abandono
o el desarraigo. Nadie es inmune. Lo asombroso es reconocer todo eso que
hacemos, el esfuerzo que aplicamos, para “revertir lo irreversible”. Luciana Rondolini
trabaja alrededor de esto y es consciente de la contemporaneidad de su mensaje.
Sus primeros dibujos allá por
2010 cuando decidió llenarle el rostro de gemas a las personas que la rodeaban
y que ya no estaban cerca de ella fue, en sus palabras, el mejor modo de cristalizarlas. Borrarle el rostro y las
manos a una persona para ponerle una piel de joyas fue para Rondolini el modo
de detener la apariencia de las cosas en el momento previo al derrumbe.
Sin embargo esa reflexión íntima
sobre la inevitabilidad del paso del tiempo y nuestras vanas estrategias para
impedirlo llega a ser hoy en su obra más reciente una declaración sobre la
cultura pop y el mercado del arte. La inclusión de figuras populares como
Justin Bieber o Lady Gaga en los dibujos y la presentación de frutas en estado
de descomposición con gemas de plástico pegadas sobre sí son hoy el objetivo de
Rondolini.
“El mercado es ahí el que da el
valor de las cosas y las personas, el que instaura los valores: lo lindo, lo
nuevo, lo bello, lo joven, lo agradable… lo lujoso y lo brillante. ¿Hasta qué
punto esos deseos son propios o generados por la necesidad de vender cosas?”,
se pregunta.
Entonces, ¿qué conexión hay entre
la imagen de un amigo ausente y la de Justin Bieber en una revista? Ambas son
deseos imposibles, congelan la imagen de un deseo insatisfecho. Y de ese tipo
de deseos vive y se alimenta el propio mercado, principal preocupación de
Rondolini.
Pero estos dibujos que acá se
reproducen, y gran parte en verdad de la obra de Rondolini, hay que pensarlas
más como instalaciones que como simples dibujos o esculturas. Estos dibujos
dispuestos sobre la pared son acompañados
por las mismas frutas en descomposición cubiertas de gemas plásticas. De
acuerdo a las propias palabras de la artista esta forma de disponerlas tiene
que ver con una burlesca presentación comercial: los objetos valiosos (pero en
plena podredumbre) y las representaciones de sujetos portando el mismo material.
La clave aquí, como en un stand publicitario, es la fuerza de la presentación.
Pero en verdad la diferencia está
en cómo se arriba a la imagen: en las obras basadas en fotografías de amigos la
imagen es el producto del deseo construido con el tiempo y fundamentalmente con
recuerdos vivenciales; así la mano es guiada por diversos factores. En cambio
en los dibujos de íconos pop, como bien ella ha dicho, se ironiza esa
idealización. Las imágenes que utiliza de base para esas obras son, como los
propios íconos pop, imágenes ya construidas, repetidas y re-publicables sobre
las que las joyas ya no son un deseo de congelar sino una crítica de valores.
Esta es una diferencia que en cierto modo también encuentra Rondolini cuando
señala las diferencias entre el trabajo de diseñadora gráfica que hizo durante
años y el de artista que hoy transita: “Cuando yo hacía diseño gráfico siempre
pensaba primero qué era lo que iba a decir y después buscaba la manera de
decirlo, y ahora estoy tratando de a poco de hacer lo que siento que quiero
hacer y después ver qué es lo que estoy queriendo decir al respecto”. El
finalismo publicitario versus la intuición y la necesidad artística, en
definitiva.
Pero hay otra diferencia. Los
deseos que se construyen como base de una obra de arte, y que quedan insatisfechos,
dejan en el camino al menos a las propias obras, mientras que el deseo que
genera el mercado solamente deja en el camino residuos de objetos en desuso que
poco tienen de estéticos y de políticos por sí solos.
Por eso las obras de Rondolini no
pretenden ser solamente una opinión sobre el mercado en general sino también una
acción sobre el mercado del arte en particular. ¿Por qué comprar unas frutas
que sabemos desaparecerán en poco tiempo?
Cuando nos adentramos en las
posibles razones con que se puede comprar una obra de Rondolini, las frutas en
descomposición con gemas de plástico pueden enfrentarse a tres deseos: aquellos
eruditos que adquieran la obra por ser consecuentes con la necesidad de apoyar
lo efímero en contra de lo durable del mercado artístico, aquellos que compren
la obra por su gruesa conexión con el asunto y el género de las vanitas y su “mensaje ético”, o bien
aquellos que compran la obra simplemente por su belleza, por su brillo y por su
novedad. Es ahí cuando la pregunta por un arte más cambiante y escurridizo no
se hace esperar: ¿qué pasará (qué haremos) cuándo algún/a joven fanático/a de
Justin Bieber ponga en su pared una obra de Rondolini? Quizás lo que debamos
recordar y repetir a viva voz en ese momento son las palabras de Umberto Eco a
modo de advertencia: “Una civilización democrática solo se salvará si hace del
lenguaje de la imagen un desafío para la reflexión y no una invitación a la
hipnosis”.
martes, 12 de mayo de 2015
Villa Cariño
Hay otros que
entienden mejor al bosque
de otra
manera
ya lo se no
me lo digas
los que se
sientan
los que
corren
los que ni lo
pisan y lo atraviesan
los que lo
talan con los hombros transpirados de hijos
seré yo el
único que los mira
desde abajo,
el violento movimiento de sus ramas
las más altas
el respeto
compañero que se tienen cuando crecen
y cada uno
con su espacio va llenando de líneas el dibujo
ojalá que
pueda ser el único que las mire
mejor dicho
espero no ser
el único que se pega a la muerte de su nuca
y a blanquear
los ojos de ramitas
será que me
estoy enamorando
o que casi es
invierno
y que el olor
a toalla seca al sol ya es demasiado
sábado, 11 de abril de 2015
El museo como campo de batalla - Catálogo Bellos Jueves (MNBA, 2015)
La historia de los museos es, como la Historia
a la que pertenece, un camino errático y lleno de injusticias. El museo ha
pasado de ser un sitio que únicamente buscaba aportar placer a un sitio que únicamente
aportaba conocimiento, pasando por ser el moldeador del gusto, el lugar de
resguardo de los objetos de la civilización o el espacio donde se definía el
poder del monarca o del Estado.
No es que esos objetivos fueran eliminados de
cuajo pero sí es cierto que afortunada y paradójicamente la educación como
preocupación museística se vio convocada una vez que se comenzaron a cuestionar
esas funciones. Es que en cada una de esas opciones el museo es el monstruo que
define, otorga, confirma y discrimina mientras se presenta como un sitio de
libertad y de uniformidad. Y nada de eso tiene que ver con la educación. De
arriba hacia abajo no se construye la cultura, lo único que se hace de arriba
hacia abajo son los pozos.
Durante el año 2014 “Bellos Jueves” no
solamente fue una oportunidad para ver cosas distintas dentro del museo más
tradicional de Buenos Aires sino para volver a preguntarse por el rol educativo
de los museos, para definir con más precisión sus objetivos pedagógicos y para
tensionar todas esas respuestas. ¿Qué es y qué debe hacer el área de educación
de un museo?
Las vanguardias históricas primero y las
neovanguardias después no solamente han puesto en cuestión el rol antiguo y
descontextualizador del museo sino que también, con ese mismo gesto, han
permitido poner en discusión la función del arte y la capacidad educativa que
éste tiene. Ese movimiento era casi inevitable porque, tal como dijo Gertrude
Stein en 1911: “Se puede ser un museo y se puede ser moderno, pero no se puede
ser ambas cosas a la vez”.
Es imposible entender el peso creciente de
la actividad educativa de los museos sin comprender este modo rabioso y a
contrapelo con el que comenzaron a ser vistos los museos en la segunda mitad
del siglo XX. En este sentido es fundante por su coherencia y peso coyuntural
el libro que Pierre Bourdieu y Alan Darbel publican en 1966 El amor al arte. Los museos de arte europeos
y su público, que ha significado la deconstrucción de la simbología museal
tradicional dejando ver que las diferencias de apreciación dentro de un museo
no son producto de un don natural o divino sino de accesos diferenciados a la
cultura. Y ahí se posiciona la educación.
Ahora bien, ¿cómo hacer para que siglos de
discriminación de acceso cultural se eliminen y se abran las fronteras de clase
cerradas por generaciones? La respuesta es tan lineal como compleja.
Entendiendo, primero, que la observación artística es completamente opuesta a
la observación de los productos de la industria cultural: no es un acto
inmediato y pasivo, como ver televisión, sino un proceso pausado y activo que
puede llevar días, meses y hasta vidas.
Pero no solamente eso. El museo tradicional le
otorga al espectador (le obliga a tomar) un rol ajeno a su rol social, es
decir, un rol ahistórico y asocial ajeno al tiempo que atraviesa. Y así, lentamente,
el rol educativo de un museo va tomando cada vez más responsabilidades y lo
deja frente a su sociedad con una carga ética y transformadora tan grande que
no cabe dentro de los límites físicos del edificio.
No es equivocado creer que el museo es una
de las instituciones que consolida trayectorias o propone la novedad: o bien
dice lo que existió y lo que es válido en el gran relato de la Historia del Arte,
o bien dice lo que existirá en el arte del futuro: juega con el pasado y con lo
que supone será pasado en el futuro. Parece obvio que Bellos Jueves se inscribe
más en esta segunda opción de los museos. Pero decir en el ámbito de las instituciones estatales es muy parecido a
afirmar rotundamente y, por lo tanto, sin matices.
Eso sería lo mismo que olvidar que los
mejores museos, los ideales, son los que permiten e impulsan las
contradicciones, los que explicitan las disputas y los que dejan crear “en vivo
y en directo” el conocimiento. A nivel educativo, ese es el resultado de que todos
los miembros de un museo tengan la voluntad de captar los intereses de la
comunidad y de asumir ese conflicto. El área de educación de un museo, cuando
trabaja en conjunto con las otras áreas como en el caso de Bellos Jueves puede intentar
alcanzar ese objetivo.
Sólo de ese modo la obra de Florencia Levy
en el museo fue el puntapié para pensar los espacios de la memoria; sólo de ese
modo los cambios lumínicos de Peisajovich fueron, además de arte
desmaterializado, símbolos de las luces y sombras de los museos, o la censura
visual de Orjuela trajo recuerdos de memorias militares mientras cavaba en la
realidad del narcotráfico; sólo de ese modo el banco de Lamothe se preguntó por
la abstracción de Malevich mientras irrumpía con su extraña cotidianeidad en la
sala de Manet, o “La hora americana” fue la oportunidad para saber quién tiene
la potestad de hablar sobre las minorías mientras conocíamos una corriente
artístico-intelectual ensombrecida; sólo de ese modo el desnudo artístico se
desnudó de machismo y la literatura de Cortázar junto a sus fotografías se
preguntaron las posibilidades revolucionarias de la literatura. Porque educar
en un museo es enseñar los modos de captar la potencialidad de los objetos
artísticos, no señalar las cosas que deben ser observadas. Y delante de las obras
de un museo no hay más que gente dispuesta a hacer del arte algo útil.
Por esa razón es que el área de educación de
un museo es la más huidiza e inconformista, la que debe replantearse año a año,
día a día, cómo está desarrollando su tarea. Empieza, por ejemplo, sabiendo que
la información y la educación son dos destinos opuestos, como diría Paulo
Freire. La información tiene que ver con el consumo, mientras que tomar
conciencia requiere de una apropiación transformadora.
Sin una voluntad educativa como la que busca
tener, Bellos Jueves puede terminar centralizando la actividad del museo a
partir del arte, reivindicando el espacio del museo sólo para los artistas, lo
que significaría un menosprecio por el público y un énfasis solamente puesto en
lo experimental del arte contemporáneo y no en su posible carga educativa. Porque,
en definitiva, el contenido de un museo no son los objetos sino las personas.
Ahí es cuando más fructífero se hace el vínculo entre la educación y el arte
contemporáneo, cuando éste ha terminado por comprender su rol performático, su
visibilidad y su responsabilidad.
Si se profundiza ese vínculo, la educación
en un museo permitirá encauzar las necesidades sociales y no crearlas. El mayor
objetivo de un área de educación es desaparecer, aunque suene terrible, cuando
haya logrado que todos se apropien de las herramientas. Ese sería el momento
más tierno y también el más coherente con los supuestos del arte de vanguardia.
Un área de educación no está para salvar errores curatoriales o para informar
histéricamente sino para convertir, del modo más amable, el museo en un lugar
de debate activo, y para enseñar la tensión que permita construir los varios
caminos que lleven a la disolución de las clases culturales. Ese sería el momento
más memorable y también el más coherente con el arte latinoamericano de este
nuevo siglo.
Por todo eso, y aunque no parezca, este libro
tiene más un objetivo de manifiesto que de recuento histórico: plantea las
bases, no pinta la fachada... propone, no celebra. Por eso Bellos Jueves no
"fue" y ni siquiera "es". Porque BJ se piensa como un
"será" que “será” vertebral en la medida en que podamos doblarlo,
cuestionarlo, modificarlo o sumarle de acuerdo a nuestras necesidades,
entendidas éstas fundamentalmente como necesidades aún más colectivas que las
de la colectividad artística de Buenos Aires. Y ese debiera ser también el
objetivo de un museo. Es que si Bellos Jueves puede en algún momento enseñarnos
algo eso será construir un nuevo tipo de museo.
Lo que se abre en el nuevo año de Bellos
Jueves, y seguramente también en los que le continuarán, es la pregunta sobre cuánto
del arte que se produce en Buenos Aires y que se exhibe en Bellos Jueves es potencialmente
educativo, es decir, que tiene pretensiones de atravesar lo que lo enfrenta
para transformarlo con paciencia. La respuesta que esto conlleva no hace más
que generar una pregunta útil: ¿nuestros artistas están “educados para educar”,
están acostumbrados a comunicar? Quizás sea conveniente prestar atención a Luis
Camnitzer cuando dijo que el espíritu educativo se trata de minimizar la huella
del ego y acentuar la función pedagógica. Pero, ¿debemos exigir eso solamente
a los artistas? No lo creo. Sí confío en que la guía de acá en adelante sea la
que propuso, muy humildemente, un intelectual desde el encierro, acosado por la
censura y la falta de libertad: “[el deseo de un arte educador] no contiene el
de un arte en vez de otro, sino el de una realidad moral en vez de otra. Del
mismo modo, el que desea que un espejo refleje una persona hermosa y no una fea,
no desea un espejo distinto del que tiene delante, sino una persona distinta”
Ese fue el deseo de Antonio Gramsci y el que mejor debiera resumir los
objetivos educativos de los museos contemporáneos, los de hoy.
Hoy el museo que debemos construir tiene que
poder ser una iglesia sin dioses monotemáticos, una escuela sin aulas
diferenciadas, una casa de tesoros donde reinen los materiales inservibles, un
campo de batalla donde las personas ataquen y se defiendan con las imágenes.
martes, 17 de marzo de 2015
Da-dá-da-dá
Acabo de ver
un río
con sus
piedras brillantes y sin hueso
todo lo que
suponemos
pasando por debajo
de las palabras
un río
difícil
puntual,
ramificado
hacía un
sonido como para callar pájaros
o dejar sonar
los gritos de una familia gigante dividida en dos orillas
un río como
un dedo
marrón o
amarronado
tan chico que
su cabeza cabía como una naranja en mi mano
y sus pies ya
no se dónde
eran tres
hornos de barro vomitando
me pregunto
cuándo no estará o cuándo estuvo
y me doy
cuenta que este río es este nada más
el de ahora
adolescente
que no lo
conocí cuando le entró al cauce por las grietas
ni cuando se
fue evaporando con festejos
en eso
consiste ver un río creo
ahora lo
entiendo
no querer
conocerle las gotitas
ni hincharse
por su fuerza como si fuera tuya
solo hay que
saludarlo cuando te mira, tranquilo
es ahí cuando
el río se borra de las fotos
y se escurre
en las esquinas
cuando inunda
casas con permiso
y lo filman
hablándole de arriba
llenándolo de
preguntas
buscándole un
nombre de montaña, de guacho o de colores
cuando le
arman un pasillo de almohadas de muñecos
de cemento
allá abajo
vendiendo los
pedazos que le arrancaron
y él se niega
pero vuelve y te mira sólo a vos
toda su vida
vuelvo a
verlo al río
de a poco
ahora a este
lo veo y me
tranquiliza
le pido que
se calme
y lo hace o
no y se enfurece
enfriándome las
uñas ya no importa
me inclino
para atrás entonces
me acerco y
enloquece porque sabe
que lo agarro
entre los brazos
para empujarlo
al cielo
y sonreírnos
de lo lindo
ahí sí, ya
está
me despido
lo dejo de ver
cuanto más lejos estoy
y una vez con
estas notas me doy cuenta
con todo ese
murmullo suave en los oídos
(el que te
arruga la nuca)
y con un par de
gotitas en la cara
que ya estoy
preparado para ser padre
Lana Peters y su padre Josef Stalin (1935)
viernes, 27 de febrero de 2015
jueves, 26 de febrero de 2015
Esto es to-to-todo amigos
Hay cosas que
se le escapan cuando sonríe
no se si
debajo de las axilas
del mentón o
entre las orejas
pero me dan
un frío lindo
ese que te
mete los codos paradentro
se le escapan
nomas esas cosas no sé
hacen ruido cuando se caen
Y yo como un
idiota corro a buscarlas
y le doy la
espalda
y me
arrodillo adentro de ella
queriendo
mirarla desde adentro de su ombligo
Entonces esas
cosas que ahora tengo entre las manos
se las
devuelvo en el medio de la frente
esperando que
se vuelvan a caer
saltando sin
moverme
Gerda Taro por Robert Capa (1936)
jueves, 29 de enero de 2015
Halos y alas
Hoy me dí cuenta
colgado
del puente que cuelga
del río colgado de la Puna
y con el vértigo en los tobillos
que tengo algo
tuyo todavía
.
.
.
la paciencia impopular
el vértigo que sube
y un suave boceto de ella
a la boca
donde escupo cuando quieroviernes, 16 de enero de 2015
sábado, 10 de enero de 2015
Festina lente
Hay veces
otra vez que es necesario
como siempre
Festina lente
discutir con las paredes
recostar la cabeza entre las piernas
de la mierda
y dormir a la sombra de algo sucio
Otras veces
mejor es descansar
con algun hombre con la panza atravesada de relámpagos
Festina lente
Es que te juro que sí
me vas a ver algun día
tal como voy
descansando a la sombra de una iglesia
contandole a los autos
que mi cabeza, a veces
también es
una favela
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