martes, 16 de junio de 2015

El que ríe último

Primero fue el silencio
el barro (el barrio) saliendo como personas
o hijos colgando de los largos paraguas arruinados
y los colores
que de a poco
ya no me olvido

Mientras tanto acá estoy
con mi capucha
(que lamentablemente es suficiente)
unos labios manchados de gritos ajenos
y las puntas de los bigotes hacia abajo
bien abajo por el agua

Acá adentro,
casi adentro de mi cara
entre las orejas y el plástico
(el resto de mi cuerpo no existe, no marcha todavía)
suenan lentos chasquidos de otras gotas
como abajo de una carpa gigante que cuida la intemperie de la intemperie

pic pic pic

Y entonces las gotitas
chasqueando en los oídos míos
paso por paso
¿y del resto? Me pregunto

Sí, claro que sí
ni el recuerdo de los muertos es parecido
al del eco de esta lluvia adentro de mi capucha

La paciencia con que taladra
una paciencia de asamblea
y de enseñanza a contramarcha
es como esta que camina
ahora abriendo en dos los autos

Quizás en la sepultura de los 43
donde sea que estén bajo la tierra
la lluvia se escucha igual
asordinada
como los pasos

Pero no lo creemos y continuamos marchando
porque es esto lo que reclaman: sus propios rostros
una seriedad de desaparecido
una seriedad convencida ante sonrisas electorales
un cuerpo pesado y acompasado ante la liquidez de los otros cuerpos
los que viven nomás para bailar
y festejar que no están muertos 
o que han matado que es lo mismo


Es mantener la seriedad imperturbable el objetivo
como en un juego de chicos
de esos que faltan, de esos que vienen

Porque el que ríe último ríe mejor
es que no hay otra
el que ríe último ríe mejor porque ríe ante la muerte
y caminamos

¡Qué hermosa necedad la de creer en la vida!


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