lunes, 4 de noviembre de 2013

Gyula Kosice, corrigiendo el azar (o "Volver al futuro" - Revista Debate - Edición 502 - Octubre de 2013)




Su museo-taller del barrio de Villa Crespo, donde aún sigue creando y recibiendo visitas numerosas, tiene en la parte alta de la puerta de entrada una gran gota de acrílico llena de agua y algunos colores. Desde el frente, sin saber cómo, la fachada de aquella casa adquiere un color azul, celeste y gris al mismo tiempo. Es el mismo color de sus ojos, el mismo color de su delantal de trabajo y el de las luces de su museo cuando lo cruzamos caminando esa mañana. Aquellos metros silenciosos al lado suyo fueron suficientes para recordar junto a quién caminaba.
Gyula Kosice (Hungría, 1924) fue un precursor desde bien temprano porque era inevitable. Es que fundar el primer grupo de vanguardia abstracta en Argentina a los 20 años no fue poca cosa. La revista “Arturo” de 1944, el grupo Arte Concreto Invención y el movimiento Madí posicionaron a la Argentina, desde allí y para siempre, a la par de los centros de arte de Europa y Norteamérica.
Pero verlo hoy, con sus casi noventa años, no es solamente estar frente a un precursor sino principalmente delante de un hombre que ha tenido la necesidad de decir cosas en ciertos momentos de la historia. Y que todavía la tiene.

Hace unos meses le han dado la noticia de que se iba a inaugurar una nueva exposición con su obra en el Centro Georges Pompidou, el sitio más emblemático del arte moderno en París.

GK: Es grandioso. Ningún argentino ni ningún latinoamericano ha tenido, hasta ahora, una exhibición personal y tan extensa en ese museo. Va a haber obras de los 40, de los 50 y obras recientes que pertenecen actualmente al patrimonio del Pompidou. Para mí es un segundo éxito en Paris porque el primero fue el de allí, mirá ese poster, en 1960. Ahí expuse por primera vez obras hidráulicas, en la galería Denise René. Algunas de esas obras las adquirió en su momento el Museo de Arte Moderno de París. Cuando éste se cerró, y se creó el museo de la Ville de París, le dejó tres obras al Pompidou.

¿Y cómo es ese Paris de hoy comparado con el de aquellos años?

GK: No sé. Voy a reconquistarlo de cualquier manera. Porque se puede escribir mucho sobre mi obra pero lo más importante es meterse en ella, sino resulta anecdótico. Todo obra debe ser una creación, no una copia de la realidad: ni una transfiguración ni una alegoría. Esto ya lo había dicho yo en 1944 en la revista Arturo. Y allí también dije que el hombre no ha de terminar en la tierra. A partir de eso yo empecé a hacer maquetas de la “Ciudad hidroespacial”.

El agua apareció en la obra de Kosice bien temprano, cuando en 1948 hizo “Una gota acunada a toda velocidad”. Luego vino el plexiglás, las luces de neón, las burbujas, el agua en perpetuo movimiento, los colores. Hace algunos años atrás, reflexionando en su “Autobiografía”, Kosice comprendió de dónde provenía aquella obsesión por el agua y las luces. Recordó, entonces, el primer gran viaje que a los 4 años lo traería a Argentina desde Kosice, su pueblo natal: un viaje en barco de más de 30 días donde lo único que se podía observar de noche era el agua y las estrellas.
Hasta aquel momento el agua no había sido utilizada como elemento estético pero la preocupación de Kosice por el agua no era solamente plástica. Por ello es que también ha formado parte de grandes discusiones durante los 70 sobre la utilización y el cuidado de este elemento. Es el caso de la “Conferencia mundial del agua” en 1977 donde dio una magistral conferencia al respecto.
Por eso tildar a un hombre de precursor también puede traer el problema de ver las obras por fuera del contexto histórico, desligadas del momento en el cual se crea. Y la “Ciudad hidroespacial” llevó una maduración de años hasta que salió a la luz casi como una obligación, porque en esos años ya no era el arte lo que importaba sino lo que éste podía hacer para el mundo.

¿Cómo nació esa “Ciudad hidroespacial”?

GK: Todo surge de la sobrepoblación. Te explico: el espacio es infinito, nadie lo ha ocupado salvo a veces una nave muy pequeña. Cuando dentro de 20 años la población de China, por ejemplo, sea más grande que su territorio, ¿dónde van a ir? La solución está a 1500 metros sobre el nivel del mar. La gente cree que esa ciudad es una utopía pero no lo es, es una realidad. Vos que sos joven lo vas a vivir.

Usted decía en ese manifiesto de 1971 que el modo de construirla era sencillo. Con el solo hecho de dejar de fabricar armas y de hacer guerras durante un día ese dinero podía ser utilizado para construir la “Ciudad hidroespacial”.

GK: Sí, pero desde aquel momento hasta aquí nadie ha dejado de hacerlo sino todo lo contrario. Los países del este, como Irán o Irak, están haciendo la bomba atómica. Lo que quiero decirte es lo siguiente. Muchas de mis obras tienen un gran componente de agua. ¿Y qué es el agua? El origen de la vida, el lugar de donde nacimos nosotros. Tu cuerpo tiene 70% de agua así como el planeta en que vivimos, que debiera llamarse Planeta Agua.

Entonces esta nueva visita a su obra en un museo de esta categoría le da a esas principales problemáticas una enorme actualidad. Parece como si usted siempre hubiera tenido un contacto con el futuro, mirando el presente pero también hacia adelante.

GK: Mirá, yo he escrito mucho sobre el compromiso que debe tener el artista con la sociedad. Tiene que ser un compromiso total dentro de los cánones sociales. Intervienen ahí la libertad, la paz, y todos los incidentes que componen lo social. En mi vida he tratado de corregir al azar. He quedado huérfano de padre y madre de chico, pero tuve que corregir el azar y seguir adelante. Por suerte me encontré con un libro de Leonardo da Vinci en sexto grado inferior. Me lo prestó un bibliotecario de la Casa del Pueblo. Me prestaba un libro por semana y me pedía que le jurara que se lo iba a devolver. Cuando leí a Leonardo me entusiasmó muchísimo. No las pinturas de él sino los inventos: los submarinos, los aparatos para volar, los puentes levadizos.

¿Corregir el azar es como querer controlar el agua como hace en sus obras?

GK: No, vos tenés una obra, la diseñás y hacés una maqueta. Ves que algo está mal y ya no sirve. Hay que destruir todo y empezar con la idea adquirida de lo malo que hiciste y corregir el azar. El automatismo de los surrealistas no vale, el azar sí. Vale porque está en cada movimiento del ser humano. Pero hay que corregirlo.

¿Y qué se necesita para corregirlo?

GK: Pasión, mucha pasión. Cuando vos, por ejemplo, elegís una forma de dicción en el universo. Si sos periodista y lo hacés con pasión, vas a ser un gran periodista. Pero te tenés que avocar solamente a los cánones del periodismo. Y eso mismo pasa en el arte.

Aquella pasión le permitió a Kosice mantener sus pensamientos sobre el arte y sobre la poesía por sobre muchas circunstancias que podrían haberlo obstaculizado. Recordará aquel encuentro difícil con Joaquín Torres García, cuando le llevó con entusiasmo su primera escultura móvil “Röyi” y el legendario vanguardista uruguayo señaló: “Esta obra no tiene porvenir”. O también sus largos años de fabricante de carteras en una pensión de Buenos Aires mientras planeaba exposiciones en Europa y convivía con sus primeras obras, con sus primeros poemas, con sus primeros manifiestos.

Mencionaba usted la necesidad de compromiso en el arte. ¿Hoy en día sigue siendo necesario?

GK: Yo he tenido la suerte de poder entrevistar y trabar amistad con innumerables personalidades como Sartre, Malraux, Le Corbusier, durante mi estadía de una década en París. Y el arte debe seguir teniendo compromiso, ¿sino por qué hago yo esto si no es para equilibrar? Sobre todo pensando en los monumentos que he hecho. Como el de la democracia aquí en Buenos Aires o el de la cultura en La Plata.



Cuando Kosice inauguró el Monumento de la Cultura en La Plata en 1982 leyó un texto soberbio, de denso compromiso: “La crisis energética, la brusca fractura de los valores y las verdades entendidas, los desequilibrios ecológicos que amenazan al planeta, los paraísos tecnológicos y también los infiernos desencadenados por la era posindustrial exigen de nosotros nuevas y audaces concepciones”. Aquel Kosice era el mismo que había visto en Sartre a “un hombre que hizo retroceder el miedo” y el mismo que durante el peronismo fue vapuleado junto a su grupo de vanguardia por el Ministro de Educación Ivanissevich, catalogado como “arte abstracto, arte morboso, arte perverso”, y que estuvo preso tres días en el presidio de la calle Las Heras: “Me tragué tres días ahí sin poder dormir bien. Pero eso fue cuando yo era el editor de la revista “Arte Madi Universal” donde recibíamos colaboraciones de todas partes del mundo. Y se enteraron, no se cómo, me siguieron desde una imprenta de donde salía yo, en el Once porque era la más barata que conseguimos, hasta mi casa y me llevaron... dos tipos. ¿Sabes quien me sacó? La Sociedad Argentina de Escritores. Ellos me conocían porque yo ya tenia unos libros de poesía publicados”
Es ese compromiso el que tuvieron las vanguardias artísticas del siglo XX, el mismo que los empujaba a querer hacer estallar el arte y expandirlo por la vida.

En el texto sobre la Ciudad Hidroespacial dice que es necesario un arte de todos y no para todos. ¿Qué diferencia hay entre una cosa y la otra?

GK: La apropiación y la estima. Una alta estima de cada uno es muy buena. Un ego desaforado es una enfermedad. El ego mata, la estima no.

¿Y eso puede trasladarse a la observación artística?

GK: Sí, muchas veces pasa que uno, envalentonado por lo que puede hacer a través de las convicciones que tiene, embebido en eso, genera un correlato de mucha importancia.

Y en parte esa intención de extender esa apreciación del arte fue el objetivo de Madi en el principio, ¿no?

GK: Madí lo que quiso hacer justamente fue la separación de toda otra referencia a la realidad figurativa. La palabra “creación” ya lo dice.

¿Y cuáles son las ventajas de eso?

GK. Las ventajas son que vos ves una obra “creada” y te das cuenta de la diferencia con otro tipo de obras. Una creación total es inédita, no se conoció antes, no se vio en el mundo antes. Mirá esa obra, levantate y mirala. Ahora prendé el interruptor. ¿Lo viste alguna vez? Esa es la realidad de las obras, todas las obras son creaciones totales.

¿Por eso es que se parece tanto su arte a la poesía?

GK: Sí, completamente. Yo fundé Madí, en ese momento en que leí el manifiesto allá en el fondo de la Galería van Riel, y decía que Madí debe ser también poesía, danza, arquitectura.

Madi, el arte en general, ¿puede cambiar el mundo?

Por un momento Gyula hizo un silencio y dejó de responder con tanta convicción. Sus ojos dudaron y volvió a mirarme.

GK: Te diría que lo puede poetizar.

¿Cómo?

GK: Simplemente viendo obras de arte creadas, así se poetiza el mundo. Y después viene la celeridad y la paz. Ese es el estado en que no hay guerras ni revoluciones, nada. Yo creo que eso el arte puede alcanzarlo.


Un murmullo ascendía desde la parte principal del museo-taller casi en el mismo momento en que pronunció estas últimas palabras. Eran pequeños gritos de sorpresa y el retumbar de pasos cortos que parecían estar corriendo. Pero de pronto se tranquilizaron. Al salir de allí, atravesando todas las salas del museo, observé que en el piso y solamente iluminados por las luces de sus obras, más de veinte chicos con guardapolvos de jardín levantaban el mentón y convertían sus ojos en burbujas. Querían hablar, querían preguntar, querían contar. La poesía estaba ocurriendo allí, entre las obras de Kosice y las manos alzadas de esos niños. Volví a ver esa gota que cuelga de la puerta y recordé aquello que escribió Kosice: “Me envuelve el júbilo de permanecer como una gota de agua en la caudalosa corriente de la memoria colectiva”. Entonces me fui satisfecho, confiado en que lo que dejaba detrás no eran tan sólo obras de arte sino un hermoso futuro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario