Los
paisajes se construyen con el tiempo, se nombran y se eligen, son selecciones
marcadas de la naturaleza o de aquello que tenemos distante. Los paisajes se
observan, no se experimentan con el cuerpo. Son el producto de la mirada humana
y por ello se han transformado en parte de la historia del arte.
Vassili
Balatsos es griego y estudió en el “Ecole Pilote International d'Art et de
Recherche” en Villa Arzón, Niza, Francia entre 1985 y 1990. Después de pasar
por pequeños óleos sobre aluminio donde algunos planos de color representaban sintéticamente
modernas arquitecturas, y aún después de desarrollar una excelente obra
conceptual, Vassili Balatsos se proyecta hoy sobre las paredes de las galerías
donde exhibe sus “Independent Landscapes”.
Balatsos
no pinta sus paisajes, aunque utiliza colores, ni los dibuja, aunque las líneas
de sus contornos sean lo más importante para reconocerlos. Los “Independent
Landscapes” son perspectivas que toman las paredes y el suelo de la galería. Son
la reunión de la obra abstracta y conceptual de Balatsos. Pero, ¿qué entiende
Balatsos por “Paisaje” y por “Independencia”?
“El
“Paisaje” es un género de la pintura que revela un cuestionamiento primordial
sobre el campo. El campo de la percepción, el marco de trabajo, el horizonte de
la actividad. Mi campo es el de la actividad de la construcción. La rejilla y
el cuadrado, de una manera modular, forman un paisaje nuevo dentro de la
representación de los edificios. A través de todos los niveles de sentido del
arte abstracto y la recurrente imagen del urbanismo, me reapropio de esta
imagen formal en un sentido literal y metafórico. En estos términos se yergue
como un fragmento y también como un agujero. Y finalmente se independizan del
género”
Siempre
hemos relacionado los paisajes con aquello que no tiene la huella del hombre:
una montaña bañada de sol, una playa clara y transparente, la densidad
selvática de unos árboles reunidos. Sin
embargo aquellos paisajes son sólo la primera impresión de una vida fecunda,
activa y dinámica. ¿Sucede lo mismo en los paisajes urbanos?
Los
paisajes de Balatsos están completamente vacíos. Se presentan como reales,
guiados por una perspectiva técnicamente perfecta, pero aún en la alegre
vibración de sus líneas de colores hay algo que nos espanta. Los edificios que Balatsos
representa pueden ser los mismos que plagan las veredas de las ciudades
modernas. Sin embargo están tristemente deshabitados. Mirar los “Paisajes
independientes” de Balastos es poco más que angustiante, como si miráramos
nuestra ciudad desde un piso elevado: desde allí parece vacía y completamente
desolada.
Los
paisajes de Atenas, la ciudad donde vive y trabaja Balatsos, son hoy la triste
pero románticamente cargada imagen de una Acrópolis sobre la que la historia ha
pasado arrasando lo que le daba vida a ese antiguo núcleo de la ciudad griega.
Los
arquitectos de entonces sabían que sus construcciones sobrevivirían a las
personas que cobijaban. Pero los escuetos paisajes de Balatsos están construidos
alrededor del pensamiento inverso porque Balatsos no dibuja con tintas o
acrílicos esas líneas sino con cintas adhesivas. Así lo efímero es lo que está
allí frente a nosotros, los edificios, los paisajes monstruosos que
invisibilizan a quienes intentan resguardar.
Lo
que falta en los paisajes de Balatsos es lo realmente duradero e ineludible
porque esos contornos reclaman a los gritos ser colmados por el movimiento y
todo aquello que hace vivir a una ciudad y ponerla en funcionamiento: sus
habitantes. Mientras Grecia es el sinónimo de una crisis compleja.
Con
el lenguaje despojado y artificial de la tecnocracia, en apariencia alegre y
vivo pero en el fondo desagradablemente indiferente, Balatsos desnuda la
estructura endeble e incierta de lo que la modernidad ha construido. Quizás por
ello su última exhibición se titula: “Civilización, una lista despectiva”.
“Crisis.
El artista aprende a vivir con todo tipo de crisis. En ese sentido el arte
puede proveer la conciencia para generar la mejor salida de una situación. Ser
parte de una crisis ejemplar como la de Grecia sólo puede enriquecer mi campo
de actividad y mantenerme estimulado. No se puede ser agradable de todos
modos…”
Los paisajes son agradables
pero traicionan a la realidad, nos obligan a distanciarnos de ella y la independizan
de nuestros sentidos. Sin embargo hay algunos que nos devuelven a ella y son lo
que una manifestación violenta es a un período de crisis: un mal necesario.
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